Lilith, H.R. Giger
El amor
exige sacrificios. Y en los sacrificios corre la sangre.
Sheridan Le Fanu
Su
madre la vio llegar y lo supo. No tanto por los manchones en la bata verde
ni los cabellos desmadejados. Menos por la boca embardunada. Fueron los ojos,
los ojos de Luana. Había culpa, había desafío. Había una desaforada lujuria de
poder.
Desde algún lado, sintió
alivio. La impensada muerte que anidaba en sus riñones era una liberación pero
también una inquietud. ¿Qué sería de Luana? Temía más la orfandad de su niña
que la última oscuridad que ya la codiciaba. El progresivo envenenamiento
del cuerpo la tenía al borde de la extenuación y ya no era capaz de razonar con
claridad. ¿Cuántos años habrán pasado? Bastante más de cien y sin embargo,
atrapada en la perennidad de los 18 años, su hija era la misma chiquilina
contestataria que tiraba piedras al ejército de ocupación. Así la conoció.
Época ardua si las hubo.
Un inesperado acuífero
bajo la meseta transilvana desató la III Guerra de los Elementos. Apremiados
por escurrir hasta la última gota, una legión de barrenos se ensañaba en la
ladera de los Cárpatos. La indolencia, la falta de previsión o la urgencia se
confabularon para que un operario horadara el techo de una caverna que no
figuraba en los relevamientos satelitales. Miles de hermanos habían buscado
refugio subterráneo para no sufrir el destino del oso pardo, el lobo y otros
animales igualmente extinguidos. Tras recobrar el sentido, muchos se
precipitaron a la superficie. El sol no se hizo rogar. Los más aguardaron la
noche.
El mundo que los recibió
ya no era el mismo. La superpoblación era un problema que no podían doblegar ni
las masivas esterilizaciones ni los conflictos armados. La ingeniería genética
había alcanzado un estado cercano a la perfección. No sólo era infrecuente
sufrir alguna enfermedad, además, la industria farmacéutica se las ingenió para
obtener la rápida aprobación de un tratado internacional que, bajo ciertas
condiciones, permitía la clonación de personas para disponer de sus órganos. El
procedimiento se hizo popular entre las minorías que podían afrontar el gasto.
Para los desposeídos quedó el tráfico de órganos, que era controlado por la
mafia china. Todos querían ser inmortales.
También estaba la lluvia
ácida, la más feliz paradoja: una población sedienta obligada a sufrir
constantes aguaceros que conservaban toda su ponzoña pese a los esfuerzos de
tratamiento y purificación. Para peor, los sustitutivos artificiales del agua
no eran del todo eficaces.
Tras el colapso de la
caverna, los sobrevivientes se volcaron sobre la ciudad de Braşov. Se desató
otra guerra. En una calle, la futura madre se topó con Luana. Vibrante,
solemne, gritaba consignas contra las tropas de la Coalición que cercaban la Piaţa Sfatului, la plaza del
Ayuntamiento. La observó largo rato, disimulada en la sombra de un árbol. Era
su primera cacería en mucho, mucho tiempo. El ansia le retorcía las entrañas
pero quiso disfrutar del grávido andar de su presa. No podía calcular la edad,
pero sus latidos adolescentes eran una tortura. Tanto más cuando sin advertir
la acechanza, la chica se acercó al árbol con el afán de encontrar algo para
arrojar a los invasores. La cercanía fue insoportable y la mujer abandonó su
refugio. No tenía deseos de convertirla. A lo sumo, quedaría para ghoul. Pero poco antes de
hincarle los colmillos, algo en sus ojos le hizo cambiar de parecer. Había culpa,
había desafío. Había una desaforada lujuria de poder. Desde entonces están
juntas como madre e hija.
© Pablo
Martínez Burkett, 2013
Este es el segundo capítulo de la saga "EL RETORNO DE LA CRISÁLIDA", que abre con el cuento del mismo nombre y que prosigue con (3) “Tiempos mejores”; (4) “Frutos de la tierra nueva”; (5) "Fotos"; (6) "Venator", (7) "Tu madre te ha dicho que no", (8) "La otra plaga"; (9) "El inesperado John Gillan", (10) "El color de la nieve"; (11) "Presagios de tempestad"; (12) "La perla de la noche"; (13) "Las llagas del Efecto Caldero", (14) "Fait divers"; 15) "El sabor del futuro", (16) "Un souvenir del infierno"; (17) "Primera sangre en Barrio Chino"; (18) "Los Hijos del Sol Negro"; (19) "La sombra de Madre"; (20) "La ordalía de John Gillan"; (21) “El día de la insensatez”; (22) "La estrella de la venganza"; (23) "El pérfido Doctor Wong"; (24) "El camino de la ira"; (25) "El dulce sabor de la sangre"; (26) "El destino de una mirada"; (27) "Gambito"; (28) "El llanto de Milena"; (29) "Un sordo clarín llamando a batalla"; (30) "Carte blanche" ; (31) "Sombra y fuego"; (32) "Una visita de cortesía"; (33) "Sobre el trono del dragón"; (34) "Un golpe de efecto"; (35) "Escarmiento"; (36) "El último concilio", (37) "Fiesta"; (38) "No es más que sangre" y (39) "El talismán".
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