SÓLO YO LAS ENTIENDO
Cada casa de aquellas en las que he vivido tenía
características peculiares. La primera, la vivienda familiar, tenía la habilidad
de expulsar a los intrusos, de atormentarles durante el sueño e incluso
producirles dolor físico al despertar. Algunos sentían comezón por todo el
cuerpo y les veías luchar aspiradora en mano, intentando erradicar a unos
animalitos inexistentes que se alojaban entre los hilos del tapiz peruano que
presidía el cuarto de invitados. Sólo aspiraban a lograr pasar una noche más
pacífica. La siguiente noche nada mejoraba. Incluso escuchaban ruidos extraños
o les parecía ver a alguien recorriendo los pasillos. Las puertas no cerraban
bien porque de niños habían sido nuestro cascanueces favorito. Útil y rápido. Los
huéspedes aseguraban haber visto desfilar por delante de la puerta entreabierta
figuras de paso cadencioso cuando despertaban en mitad de la noche a causa de
los sueños inquietantes o de los picores insoportables. Tres noches seguidas
solían ser suficientes para que aquellos invitados entraran en cólera y
desaparecieran. Ella leía las intenciones de quienes cruzaban el umbral y tenía
su propio criterio a la hora de tolerar unas presencias u otras. Podía llegar a
ser extremadamente amable incluso. El día de la despedida las paredes vacías,
ancianas ya, maltratadas por el tiempo y los defectos de construcción emitían
quejidos lastimeros y yo las acariciaba con tristeza porque tras más de treinta
años debía dejarla a su suerte. Aún hoy, seis años después, sigue tan sola como
cuando me fui. No ha encontrado dueño adecuado.
La segunda era un pequeño apartamento que venía
con fantasma incluido. Una voz pausada y adorable que me contaba historias
fantásticas todas las noches mientras me acariciaba la espalda para que
durmiera tranquila. Esta era más celosa, intratable incluso y no soportaba a los
extraños. Entendiendo como tales a todo aquel que se internaba en sus dominios.
La influencia del fantasma era determinante en el carácter de la casa. De día
una corriente suave pero helada recorría cada habitación. De noche sólo se
apaciguaba si estaba sola. Sin embargo, si alguien dormía en mi cama en mi ausencia
a la mañana siguiente abandonaba el lugar jurando y perjurando que no volvía. Entre
los ruidos, las pesadillas y el frío pernoctar allí se transformaba en una
experiencia irrepetible. Pasado un año no tuve más remedio que abandonarla con
nocturnidad y alevosía. Demasiado intensa en sus atenciones.
La tercera
me recibió con los brazos abiertos la primera noche. Aunque poco a poco
aparecieron las quejas, el difícil proceso de adaptación. Enchufes que fundían
aparatos eléctricos, chispazos constantes, hasta que un día claudicó. Se
apaciguó y me envolvió con su manto protector. Más joven e inocente que las
anteriores, se dejaba cortejar por extraños hasta que cierto invitado, que
perturbaba a la primera de mis casas y gracias a Dios no apareció por la
segunda, hizo acto de presencia. Entonces se sintió incómoda y cambió de
actitud. Su presencia tampoco le resultaba grata pero era más moderada. Se
limitaba a dificultarle el sueño sutilmente, otra vez el frío. Tan solo un
rincón mostraba el ímpetu propio de todas mis casas peculiares: el ático. Allí
no podían acceder los invitados no deseados. Se sentían extraños, bajo
vigilancia, ni siquiera se atrevían a entrar de día y de noche una sombra
furtiva permanecía apostada ante la puerta cuidando mi descanso. Pero mi nueva
casa ya irá aprendiendo y no será un solo rincón sino que toda ella se
transformará como las anteriores en el refugio cálido que contribuirá a preservar
intacto el corazón de la bruja por los próximos 1000 años.
© Estefanía Farías Martínez
ESTEFANÍA FARÍAS MARTÍNEZ
Nacida en 1970 en Cartagena, España. Doctora en Filología Árabe por la
Universidad de Granada. Animales en las fuentes árabes y referencias en fuentes
griegas.
Tesis doctoral. Granada: Universidad de Granada, 2008. ISBN:
9788469143698. Publiqué un par de artículos en revistas
especializadas al terminar la tesis: - “El ‘anqa’ en el Qisas de al-Thalabi”, Oriente
Moderno. Nuova serie, anno LXXXIX, 2 (2009), pp. 305-317 y -“El
gallo, figura trascendental en las Qisas al-anbiya’ ”, MEAH, Sección
Arabe-Islam, 58 (2009), pp.77-92.
Me vine a vivir a Holanda y hace un año descubrí el placer de escribir mis
propios textos. Publiqué un microrelato, ¨Lo que hace un nombre¨ en el primer
número de la revista digital Los
omniscientes (julio 2014), un relato breve ¨Yolanda¨ en Revista Contra Estudio y otro relato ¨Un
acuerdo sin palabras¨ en Periódico
Irreverentes.
Y paso día y noche enfrascada en contar mis historias en mi
blog al que le puse un título acorde con los contenidos: Exorcizando la antimemoria de mis días oscuros. Por eso de que
fantasía y realidad a veces son solo un juego de palabras.
Gracias por visitar El Eclipse de Gyllene Draken.
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