lunes, 27 de octubre de 2014

EL AUTOR INVITADO: ESTEFANÍA FARÍAS MARTÍNEZ




SÓLO YO LAS ENTIENDO
Cada casa de aquellas en las que he vivido tenía características peculiares. La primera, la vivienda familiar, tenía la habilidad de expulsar a los intrusos, de atormentarles durante el sueño e incluso producirles dolor físico al despertar. Algunos sentían comezón por todo el cuerpo y les veías luchar aspiradora en mano, intentando erradicar a unos animalitos inexistentes que se alojaban entre los hilos del tapiz peruano que presidía el cuarto de invitados. Sólo aspiraban a lograr pasar una noche más pacífica. La siguiente noche nada mejoraba. Incluso escuchaban ruidos extraños o les parecía ver a alguien recorriendo los pasillos. Las puertas no cerraban bien porque de niños habían sido nuestro cascanueces favorito. Útil y rápido. Los huéspedes aseguraban haber visto desfilar por delante de la puerta entreabierta figuras de paso cadencioso cuando despertaban en mitad de la noche a causa de los sueños inquietantes o de los picores insoportables. Tres noches seguidas solían ser suficientes para que aquellos invitados entraran en cólera y desaparecieran. Ella leía las intenciones de quienes cruzaban el umbral y tenía su propio criterio a la hora de tolerar unas presencias u otras. Podía llegar a ser extremadamente amable incluso. El día de la despedida las paredes vacías, ancianas ya, maltratadas por el tiempo y los defectos de construcción emitían quejidos lastimeros y yo las acariciaba con tristeza porque tras más de treinta años debía dejarla a su suerte. Aún hoy, seis años después, sigue tan sola como cuando me fui. No ha encontrado dueño adecuado.
La segunda era un pequeño apartamento que venía con fantasma incluido. Una voz pausada y adorable que me contaba historias fantásticas todas las noches mientras me acariciaba la espalda para que durmiera tranquila. Esta era más celosa, intratable incluso y no soportaba a los extraños. Entendiendo como tales a todo aquel que se internaba en sus dominios. La influencia del fantasma era determinante en el carácter de la casa. De día una corriente suave pero helada recorría cada habitación. De noche sólo se apaciguaba si estaba sola. Sin embargo, si alguien dormía en mi cama en mi ausencia a la mañana siguiente abandonaba el lugar jurando y perjurando que no volvía. Entre los ruidos, las pesadillas y el frío pernoctar allí se transformaba en una experiencia irrepetible. Pasado un año no tuve más remedio que abandonarla con nocturnidad y alevosía. Demasiado intensa en sus atenciones.  
 La tercera me recibió con los brazos abiertos la primera noche. Aunque poco a poco aparecieron las quejas, el difícil proceso de adaptación. Enchufes que fundían aparatos eléctricos, chispazos constantes, hasta que un día claudicó. Se apaciguó y me envolvió con su manto protector. Más joven e inocente que las anteriores, se dejaba cortejar por extraños hasta que cierto invitado, que perturbaba a la primera de mis casas y gracias a Dios no apareció por la segunda, hizo acto de presencia. Entonces se sintió incómoda y cambió de actitud. Su presencia tampoco le resultaba grata pero era más moderada. Se limitaba a dificultarle el sueño sutilmente, otra vez el frío. Tan solo un rincón mostraba el ímpetu propio de todas mis casas peculiares: el ático. Allí no podían acceder los invitados no deseados. Se sentían extraños, bajo vigilancia, ni siquiera se atrevían a entrar de día y de noche una sombra furtiva permanecía apostada ante la puerta cuidando mi descanso. Pero mi nueva casa ya irá aprendiendo y no será un solo rincón sino que toda ella se transformará como las anteriores en el refugio cálido que contribuirá a preservar intacto el corazón de la bruja por los próximos 1000 años.

© Estefanía Farías Martínez
ESTEFANÍA FARÍAS MARTÍNEZ





Nacida en 1970 en Cartagena, España. Doctora en Filología Árabe por la Universidad de Granada. Animales en las fuentes árabes y referencias en fuentes griegas. Tesis doctoral. Granada: Universidad de Granada, 2008. ISBN: 9788469143698.  Publiqué un par de artículos en revistas especializadas al terminar la tesis: - “El ‘anqa’ en el Qisas de al-Thalabi”, Oriente Moderno. Nuova serie, anno LXXXIX, 2 (2009), pp. 305-317 y -“El gallo, figura trascendental en las Qisas al-anbiya’ ”, MEAH, Sección Arabe-Islam, 58 (2009), pp.77-92.

Me vine a vivir a Holanda y hace un año descubrí el placer de escribir mis propios textos. Publiqué un microrelato, ¨Lo que hace un nombre¨ en el primer número de la revista digital Los omniscientes (julio 2014), un relato breve ¨Yolanda¨ en Revista Contra Estudio y otro relato ¨Un acuerdo sin palabras¨ en Periódico Irreverentes. 

Y paso día y noche enfrascada en contar mis historias en mi blog al que le puse un título acorde con los contenidos: Exorcizando la antimemoria de mis días oscuros. Por eso de que fantasía y realidad a veces son solo un juego de palabras.


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