El prodigioso Whip McLane
Que nunca se
extinga la brillante llama del entusiasmo.
Josef Goebbels-El triunfo de la voluntad
La plaza está
atestada. No es para menos. En estos tiempos es harto infrecuente que un
verdadero héroe de deje ver, físicamente quiero decir. Todo ha quedado reducido
a presentaciones cibernéticas, discursos enlatados, imágenes del relato. Todo
sucede en una pantalla. Durante años, el holocausto climático obligo a
permanecer en los refugios, pendientes de las órdenes y noticias emitidas por
la Red de Seguridad Global. Más tarde, se decidió por voto unánime emigrar a las
estrellas. Pero salvo
para tropas de elite y equipos interdisciplinarios, la conquista espacial se
vivió desde el blindaje de los hogares. Igual que la guerra contra los
Calchines que asaltan los convoyes. Saberse habitante de un planeta que muere
es terrible. Consentir el exilio es tremendo. Pero descubrir que no éramos los
únicos fue desolador. Máxime con esa horda cuya hostilidad justificó la guerra de
exterminio. Por eso, ver y escuchar a Whip McLane es un honor inesperado que
justifica la exposición a la radiación ultravioleta. Es el famoso comandante que
guió las caravanas con los pocos animales sobrevivientes.
Se apagan las
luces. ¡Aquí está! Estalla la multitud. Es alto, simpático, exuda confianza con
su uniforme de los Exploradores Estelares. Comienza a desgranar anécdotas para delicia
de la gente. Es tan vívido el relato que nadie nota que el paladín luce mucho
más joven que las historias que repite con estudiada coreografía. Como no son
más de diez minutos, cierra con encendidas proclamas a suscribir el Bono
Patriótico. Todos vuelven presurosos pero felices. Hay valientes que arriesgan
su vida por nuestro bienestar, hay esperanza. Hay gente que miente, murmuro yo.
Nunca pudimos llegar más allá de Plutón. Las tormentas de rayos cósmicos fueron
infranqueables y las naves se convirtieron en gigantescos cementerios. Los Calchines
son un embuste que sólo existe en las pantallas de las Red, necesario sí, para
sostener la moral del pueblo. No hay salvación en las estrellas. No fuimos capaces
de eludir el destino. Vamos al apocalipsis ambiental. Yo lo sé. ¡Maldita sea
que lo sé! Como que soy el verdadero Whip McLane!
© Pablo Martínez
Burkett, 2014
(*) El presente relato fue publicado en el #140 de la Revista Digital miNatura dedicado al Space Western.
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