lunes, 11 de mayo de 2015

EL AUTOR INVITADO: Sebastián Ariel Fontanarrosa


LOS VIVOS AL VERME
Caminando por el cementerio -ya confinado en el miserable olvido, convertido en el basurero más grande del gran Buenos Aires- pensaba lo tarde que me había recordado el amanecer porque temprano hicieron que me olvidara de su esplendor. Suspendido, ofrendando la nobleza de mi vergüenza errante levito como Jesús, para evitar los crepitares de las hojas y el barullo de las bolsas, las botellas plásticas y demás porquerías que atenten con delatar mi presencia. Desde este horror -que intuyo como preludio de otros aún peores- me extravío, me enceguezco en las densas penumbras de manera peligrosa tratando de develar los misterios que respiro. Así será que me reencarnaré en las consecuencias para padecerlas y así tratar de entender lo que me ha sucedido. Aunque confieso que estoy cada vez más ajeno a dicha causa. Ya no me detengo a escuchar los murmullos de la vívida periferia, cruel melodía que antes sabía apoderarse de mi nostalgia. Pero ya no quiero, ni puedo, ser un envase retornable, ni de barrio ni de ciudad, ni de nada ni de nadie.
Dorado por el sol un gorrión que alguna vez fue ángel, cuervo y demonio surcó mis narices. Tesoro que enriqueció mi aterradora sonrisa capaz hasta de espantar a los perros ciegos. Petrichor de esta necrópolis son mis bostezos, y cuando al fin me duermo mis propias pesadillas me proyectan ante cualquier ojo insomne y aventurado. ¿Por qué me han enterrado vivo aquella tarde noche tempestuosa? ¿Por amor, por transgredir accidentalmente alguna clase de estadio y posterior brote de catatonia, por el vil metal o simplemente por placer barbárico? Los vivos al verme, tan solo me responden con terror, repulsa y recursos evasivos colmados de violencia. Hastiado al no hallar algún vestigio de sabiduría, de esa contención que tanto anhelaba, sus susceptibles y egoístas reacciones hace un tiempo me indujeron a que me adapte a esta maldita costumbre de llevarme algunos -enrollándolos y arrastrándolos con mi cabellera- hasta las entrañas del viejo osario o a “la ciénaga de los huesos” como me gusta llamarlo cuando el morbo me gotea de las fauces; cuando esta hiel tan luctuosa e irrefrenable, tan de otro mundo me recuerda a la miel, a esa sangre del sol con la que solía desayunarme en solitario sin joderle la vida a nadie. En estos momentos escucho corridas. Carcajadas enfermizas de un par de tipos empujan los gritos desgarradores de una niña. Sé cómo terminara todo esto. A diario soy testigo de la inusitada criminalidad e impunidad humana desatada por estos lares. Me atrevo a decir- mientras extiendo hacia ellos mis brazos de pelo muerto - que los vivos, ocultos bajo sus vestiduras, bajo sus pieles tersas, sus caras agraciadas y maquilladas, cuando dentro del pecho tan solo puedo ver cómo les ondula un profuso charco de sangre en el cual el alma harta de chapotear les flota ya ahogada… Me siento aterrado de impiadosa manera.
© Sebastián Ariel Fontanarrosa
SEBASTIAN ARIEL FONTANARROSA


Escritor argentino de cuentos, microcuentos, poemas, y novelas en género fantástico y terror. Colaborador en diversos sitios literarios: Revista “Minatura de lo breve y lo fantástico”, Revista “Avalon enigmas y misterios, Blog de Ediciones Ende, revista Disident Tales N4, Revista Palabras N13, Blog “El Caleidoscopio”. Guionista de historieta propia “Filosofía Pediculosa”. Creador de “Sebastián Fontanarrosa relatos y pensamientos” (Blog literario en facebook). En el 2004 Escribió "Juan", (Justicia Anónima) , obra premiada con mención honorífica y publicación de 3000 ejemplares por editorial Argentina “Zona”. Misma obra seleccionada por editorial “Novel Arte” para integrar su antología. 2005 "Una fosa" obra premiada con mención especial por autor meritorio en certamen de editorial “Décima Musa”, mas otras obras en narrativa breve seleccionadas en diversos concursos internacionales. Su último reconocimiento por su obra “El Apocalipsis según Hilario” publicada en la Antología Fantástica Tiempos Oscuros N2 especial terror argentino. 

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