BREVE INFORME SOBRE FANTASMAS (*)
Considero injusta la mala fama que le han hecho a los
fantasmas en el mundo moderno. Si bien es cierto que son muy distintos a los
humanos, hay muchas ocasiones en que ellos son capaces de adoptar algunas
actitudes bien parecidas, que no asustan a nadie y los hacen pasar casi
desapercibidos.
Es interesante conocer, por ejemplo, que a los fantasmas les
apasionan los deportes. Los domingos por la tarde, suelen juntarse a jugar al
fútbol en algún descampado. A pesar de su invisibilidad, es llamativo ver como
los arqueros son capaces de atajar con mucha habilidad casi todas las pelotas.
Otras veces, reemplazaban los balones por globos inflados que sobran de algún
cumpleaños, y compiten para ver quién puede hacerlos volar más alto, como si
fuesen empujados sólo por el viento. Es habitual que organicen combates de
boxeo entre los más fortachones. Es divertido ver como las trompadas los
atraviesan sin inmutarlos. Según el novedoso reglamento, resulta ganador aquel
que pueda aguantar por más tiempo la tentación de las cosquillas.
También les encanta la música. Muchos de ellos eligen la
opera clásica o los cantos gregorianos. Los más jóvenes, en cambio, prefieren
escuchar hard rock, e invadir las terrazas del barrio para bailar descontrolados
con las sábanas de las vecinas. Les divierte decir que las colchas son
fantasmas gordas, que bailan muy mal. A los más intelectuales, les gusta
reunirse para contar historias sobre hombres desaparecidos, o para mirar algún
programa de televisión. Una noche, se reían a carcajadas cuando uno de ellos
logró colarse en un estudio en plena transmisión para enviarles un saludo
frente a las cámaras encendidas sin que nadie pudiera notarlo.
Aunque parezca increíble, los fantasmas también tienen
miedo, especialmente de los locos y los perros, que son los únicos que pueden
verlos. Pese a ello, se sienten protegidos por un dios, que es el espíritu más
viejo de todos. Cada año, durante la noche de brujas, organizan una emotiva
ceremonia en honor a su guardián en una antigua catedral abandonada. Allí fue
donde los conocí.
Cuando descubrieron mi identidad, fue imposible evitar que
algunos de ellos me siguieran hasta mi domicilio. Reconozco que es preferible
su compañía antes que deambular por la mansión en solitario. En definitiva, son
seres tranquilos y bastante amigables. Eso sí, para evitar problemas de
convivencia, debo cuidarme de no chocar con ellos cuando atravieso las paredes.
© Martín Gardella
(*) El presente texto está publicado en “Los chicos crecen”, Macedonia 2015.
Martín Gardella (La
Plata, Argentina, 1973). Vive en Buenos Aires. Es abogado y profesor
universitario. Publicó Instantáneas (Andrómeda, 2010) y Caramelos masticables:
microficciones para leer en un recreo (Hola Chicos, 2015). Además, compiló
Brevedades: Antología argentina de cuentos re-breves (Manoescrita, 2013),
orientada al lector juvenil. Varios de sus textos breves fueron incluidos en
antologías y revistas literarias, y han sido traducidos al idioma inglés,
italiano, portugués, francés y catalán. Es miembro fundador del comité
editorial de la Internacional Microcuentista, revista de lo breve y un
incansable difusor del género brevísimo de todas las maneras posibles.
Desde 2013, conduce
el ciclo radial "El Living sin Tiempo", dedicado a la literatura
breve, por la FM Noventa de Devoto.
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