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martes, 6 de enero de 2015

COLECCIÓN DE INCONSISTENCIAS: El rey que mandó azotar al mar








Cuenta la historia (pero el dios Ahura Mazda es más sabio) que hacia unos 500 años antes de Cristo, el rey Jerjes I regía la grandiosa Persia. Por ahí vos lo conozcas de la caricatura que Hollywood hizo del pobre rey para la película 300 (difícilmente haya sido lampiño: los "retratos" que se conservan lo muestran como todo buen persa, con una barba melena de león style).


Por esa época, griegos y persas anduvieron guerreando un rato largo. Esa cosa de pelearse con el vecino parece que viene de lejos. En una de las Guerras Médicas (no, no, es por "medos y partos" y no porque se robaron un galeno) el amigo Jerjes quería invadir la península helénica cruzando con sus multitudinarias tropas por el Estrecho de Dardanelos (que separa Europa de Asia). Si bien el estrecho hace honor a su nombre, tiene como 1.500 metros de ancho y una profundidad considerable. Imaginen hoy (sí, hoy) cómo haría para cruzar infantería, caballería, parque, logística, prostitutas, sacerdotes, ganados...

Jerjes, que no era ningún gil, ordenó a sus "ingenieros" que construyeran un puente con barcos atados unos a otros. La cosa venía muy pero muy bien. Ya tenía casi toda la superficie cubierta, un paso firme y cómodo para la marabunta guerrera. Salvo por un detalle. El mar se puso loquito y se desató una tempestad de proporciones pérsicas. Conclusión: destrozo total del puente.

La ira del temible rey no se hizo esperar. Jerjes se creía un dios y como tal, ordenó la flagelación del Helosponto para reparar la ofensa personal, la injusticia, la impiedad del mar embravecido.

El correctivo que eligió nos deja un poco perplejos: ordenó azotar a las olas con no sé cuántos latigazos, maldiciones varias y un par de tormentos más. Como para que se sepa quién era quién...

Está bien, juzguemos con nuestros ojos contemporáneos la insensatez del rey metido a divinidad. Ya está?

Bien. Porque después de la mirada condescendiente, cabe preguntarse: no somos de castigar nuestros mares cotidianos? No se nos da por ofendernos por la ley de gravedad y tomar medidas para escarmentar el agravio? No incurrimos con frecuencia en fatuas demostraciones de nuestro poder divino?

El sol sale para todos. Y siempre por el este. Sin embargo, no pocas veces nos encontramos maldiciendo lo inevitable. 

Y para disimular la torpeza de quien desoye consejos (como Jerjes con la advertencia del visir Artabano) o aún peor, quien niega nuestro propio sentido común; le echamos la culpa al sol, el mar, la tempestad. Porque nos tenemos por tan magníficos, tan eminentes, tan lúcidos que lo obvio se convierte en un agravio personalísimo que demanda la reparación del perjuicio.

La próxima vez que ordenemos azotar el mar, tal vez sea prudente reflexionar sobre la conducta del rey Jerjes.


Muy buenos días a todos, mariposas y difuntos.




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domingo, 4 de enero de 2015

COLECCION DE INCONSISTENCIAS: El trazo del azar



Me gusta cocinar. Cocino mucho. Algo (bastante) fui a aprender y todo el resto lo aprendí estropeando. Porque estropeando se aprende.

Aunque a  veces, a las cosas, se les da por estropearse más allá de cualquier aprendizaje. Ayer sin ir más lejos. De eso quería hablarles inaugurando este forma de comunicarnos.

Quizás uno de los electrodomésticos que más haya amortizado sea mi máquina de pan. La uso para amasar. Hago pan varias veces por semana. Para estas fiestas, hice pan dulce, una confitura típica que es herencia de nuestros ancestros italianos. Terminé de hacer el pan dulce que ilustra estos renglones y la Legítima quiso convidar a las visitas con pizza casera. Se dispuso a amasar los bollos con mi máquina que, obstinadamente, resistió cualquier programación. No arrancó. Y eso que hasta que la dejé de usar, andaba perfectamente.

Sustituida en sus funciones por otro aparatejo (en mi casa, si es para cocinar, tengo un bazar, anexo ménage, anexo gastronomía) y con los bollos estirados sobre las pizzeras, era hora de cocinar. El horno (que es eléctrico) donde acababa de cocinar mi pan dulce también decidió plegarse a la rebeldía de los seres inanimados. Habrá saltado la térmica? No, todo parece en su lugar.

Bueno, no hay problemas, usemos el horno pizzero de la galería (sí, tengo uno, profesional) que es a gas. Lo prendimos. Qué bien! Marche una grande napolitana! Ah, no... se apagó... la garrafa no tiene gas. Che, las pizzas al microondas, cómo salen?

Mientras tanto los chicos entretenían la obligada espera jugando a la Play. Podemos jugar este juego? Sí, claro. Lo vas a estrenar, me lo compré y nunca lo usé. La gente menuda aguardó con expectante paciencia que carguen los drivers y qué lindo que empieza... Uy, el juego se ve pero no se escucha. Reiniciamos. No, tampoco. Probamos con otro juego. Nones. Revisamos los cables que parecen estar bien. Probamos otro juego. Este anda, se ve y se escucha perfecto. Pero qué carajos le pasa ahora, también, a esta máquina? 

Y entonces surge la pregunta: Se han confabulado?

Como en la vida, nos gusta ver el dibujo de una intencionalidad en la sucesión de azares. Unos lo llaman destino, otros voluntad divina, otros karma (no menciono las conjunciones de astros propicios porque siempre me hicieron mucha gracia).

Si hay intención somos distinguibles, si somos distinguibles somos de alguna manera preferidos, elegidos, si somos elegidos, aunque sea para un carnaval de desperfectos, estamos en el horizonte de sucesos de ese trazo invisible pero sensible que es la voluntad del Universo. Ergo, somos importantes. Y aún puteando en un dialecto del arameo cuya posesión desconocíamos nos sentimos de alguna manera a salvo. 

Nuestro narcisismo irresuelto fuerza destino donde hay mero azar. En el trazo del azar creemos ver alineación planetaria y rápidamente buscamos sacar un aprendizaje. 

Quizás sea mejor así. De otra manera, sería admitir que somos nada, que no hay nadie. Y que estamos solos.


Muy buenos días a todos, mariposas y difuntos.



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domingo, 28 de diciembre de 2014

COLECCIÓN DE INCONSISTENCIAS: LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN SERÁ MORAL






La próxima revolución antes que política tiene que ser moral. Y desde abajo para arriba, desde el pueblo a sus representantes.

Cada uno tiene que hacer su parte, no porque la ley lo manda, sino porque es correcto conforme la convicción y principios propios. 

La invisible sumatoria de actos individuales construye una ética popular. Y eso es mucho más sólido que la pena más severa. 

No le pidamos a los políticos que hagan por el país lo que no estamos dispuestos a hacer nosotros mismos. 

Y no, no es un chiste por el día de las inocentes, lo digo bien en serio. 

Feliz domingo para todos, mariposas y difuntos.

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