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jueves, 22 de septiembre de 2016

LA ÚLTIMA PARADOJA



LA ÚLTIMA PARADOJA (*)


En mi pueblo soy el único barbero. No puedo afeitar al barbero de mi pueblo, ¡que soy yo!


Bertrand Russell – La paradoja del barbero


Las advertencias de los expertos se reprimieron con rigor intransigente. Tan pronto como brotaban, científicos venales redactaban papers con meritorias impugnaciones. Igual, la gente maliciaba una desgracia, tanta vocación del Gobierno Central sólo enfatizaba lo evidente. Pero en verdad, nadie se interesó mucho. Se culpaba al calentamiento global, a las malas cosechas, a cualquier cosa. Las excusas de siempre. Hay que decirlo, la invasión militar a los países productores de granos no fue una medida muy lúcida. Los campos quedaron estragados por varias generaciones. Ni las carnicerías de las Guerras de los Elementos contribuyeron a mermar la superpoblación de las grandes metrópolis. El resto ya era un yermo inhabitable. Se imponía proceder, pronto la hambruna sería imparable. Y la solución fue inverosímil pero todos la aceptaron, porque era esencialmente verdadera. Hace un par de siglos se abolió la física clásica y se la sustituyó por la física cuántica. Hasta las naves hiperespaciales usaban esos motores. La propaganda oficial empezó a martillar con que era factible que la mitad de la población viviera en el mismo lugar, en el mismo tiempo, merced a un salto cuántico. Al efecto, se diseñaron gigantescos Proyectores de Superposición Coherente atiborrados de diminutas puertas cuánticas. Las Fuerzas Armadas se encargaron de forzar a la ciudadanía al tratamiento. Algunos fueron remisos, otros se revelaron invocando el principio de no contradicción. ¡Por supuesto que se puede ser y no ser al mismo tiempo! Mandamos a publicar urgentes refutaciones de esa antigua patraña griega y se ejecutaron a los subversivos en lugares públicos. La rebelión cesó pero los rumores continuaron. Es cierto que para observar a un vecino hacía falta acudir a los Proyectores a fin de fijar el estado instantáneo del sistema. Y eso revelaba complicaciones no resueltas. Ningún celo fue bastante para ocultar que no era factible establecer un aceptable tiempo de decoherencia y que la mayoría de los procesados se han extraviado. O tal vez, quién sabe. No descarto que algún día lo logremos y estén allí, gozando de una feliz existencia. No pueden culparnos. Fue verdad la urgencia, fue verdadero el remedio. Sólo hemos falseado las circunstancias y el éxito del proyecto. La política mundial a veces exige esos sacrificios.


© Pablo Martínez Burkett, 2016


(*) El presente cuento corto fue publicado en el #151 de la Revista miNatura, dossier "Superpoblación".


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THE LAST PARADOX



THE LAST PARADOX(*)

In my village, I am the only barber. I cannot shave the barber of my people. That's me!

Bertrand Russell - The paradox of the barber

We, with inflexible severity, repressed all warnings released by the experts. That is, as they came out, a team of venal scientists issued papers with strong impugnment. And while the citizens awaited the advent of a calamity, the Central Government´s resolve emphasized the obvious. However, to be honest, no one cared; in the end, global warming, poor harvests or any other excuse would get the blame. Suffice it to say the military invasion of the grain-producing countries was not a logical measure. The fields were left devastated and for several generations. Neither the butchery of the Wars of the Elements contributed to eroding the overpopulation in the large cities. As a result, the global surface was left an uninhabitable wasteland. We needed to proceed, at once to prevent a famine that would soon to be unstoppable. And yes, there was a solution, by all accounts implausible. But, as it was essentially true, everybody went along with it.  A couple of centuries ago, we abolished classical physics and replaced it with quantum physics. Even the hyperspace starships used those engines. So, without delay, the official propaganda proclaimed that thanks to a quantum leap it was indeed possible for half of the planet´s population to live in the same place and at the same time. To achieve that goal, we designed giant Coherent Superposition Projectors crammed with tiny quantum gates while the Army´s task was to force citizens into the so-called treatment. Some were reluctant. Others rebelled and invoked the principle of non-contradiction. Naturally, one can be and cannot be at the same time! We responded by publishing sound refutations of that ancient Greek hoax and executing the subversives in the public squares. The rebellion quelled, the rumors persisted as we came to realize that to observe another citizen we needed to set the instantaneous state of a given system inside the Projectors. Unfortunately, that procedure revealed complications as yet unsolved. And no zeal was enough to hide the fact that it was not possible to establish an acceptable decoherence time since most of those who submitted to the treatment were no longer around. Or were they? No one knows. However, I do not rule out that someday when we get the answer, they will be there, enjoying a happy existence. Right now, I am convinced no one can blame us. The urgency was real, and so was the intended remedy. We only misrepresented some of the circumstances as well as the success of the entire Project.  Sometimes world politics require such sacrifices.

© Pablo Martínez Burkett, 2016


(*) This short story has been published in #151 Revista miNatura issue devoted to "Overpopulation".

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