La conciencia es un singular del que se desconoce el plural.
Erwin Schrödinger- ¿Qué es la vida?
Nadie
como nosotros para conocer los riesgos de la visualización remota. La inteligencia
militar de la Corporación Orwell había destinado millones al desarrollo de un
programa experimental en esa área. El capitán Dickinson se ofreció como voluntario.
Era un psíquico excepcional. Desde el principio fue capaz de distinguir entre
fantasía y representación mental. Por sus cualidades extraordinarias se le ordenó
una misión casi sobrenatural: debía conectarse con la red neuronal Griffin. No
sería una misión inocente. La Corporación pretendía exterminar a la incipiente
Secta de los Filósofos. Originalmente, los implantes Griffin se habían diseñado
con fines terapéuticos pero la adaptación para uso recreacional había producido
una dependencia masiva en la población. Esta abolición de la voluntad era resistida
por nuestra Secta, que predica el libre albedrío. Los arreglos para la
incursión punitiva se hicieron con devoción. Al joven capitán le bastaron unos pocos
pases para enlazar a la red. Entregados a festejar la codiciada simbiosis entre
la mente humana y la terminal mecánica, los jerarcas no advirtieron las maniobras
de contrainsurgencia dispuestas por el restaurador Ts’ui Pen. El maestro había
entrevisto que esta sería la única oportunidad para modificar lo porvenir. La
tarea se confió a la Orden del Símbolo. Somos monjes guerreros entrenados para alcanzar
estadios ulteriores de la visión a distancia. Cuando Dickinson accedió al
sistema ya habíamos introducido una subrepticia distorsión en las imágenes del
futuro. Al regresar, trajo consigo la falsa solución a la indescifrable
complejidad de las interconexiones neurales: era imperativo construir el Cubo
Errante, un supra-controlador del tráfico de los dispositivos. Una vez montado,
el límite entre lo real y lo ilusorio se tornará inescindible y por mucho
tiempo, el poder de los Orwell será ilimitado. Tendremos que sobrellevar ese
peso en nuestra conciencia. Pero sabemos que un día vamos a infiltrar el Cubo
Errante y destruir para siempre a la todopoderosa Corporación. El maestro Ts’ui
Pen, la Secta y la hermandad del Símbolo, aguardamos esa jornada con esperanza.
© Pablo Martínez Burkett, 2013
El presente relato ha sido
publicado en la edición # 128 de la Revista Digital miNatura dedicado a las
distopías. Y es una precuela del relato Mondo Cane, publicado en la edición #102 de la misma Revista.
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