Portada del # 104 de la Revista Digital miNatura dedicada a la Space Opera
Las tareas “juradiles” con más las actividades profesionales me han impedido efectuar alguna módica apostilla a los relatos de las últimas ediciones. En realidad, me han privado del placer de revisar a conciencia cada relato, paladear una frase o detenerme en la eufónica resonancia de alguna palabra. En suma, me he visto obligado a declinar la dicha de este aprendizaje continuo que es la revista que dirigen Ricardo y Carmen. Retomando entonces esa costumbre, veamos qué sale.
En primer lugar, quisiera celebrar enfáticamente el artículo editorial Y qué esperas de una (space) ópera, socio. No sólo comparte generosamente sus increíbles conocimientos sobre el tópico que nos convoca sino que además, lo hace con arte y mucha gracia. Un deleite educativo. Que se ve repotenciado por la nota Detonando mundos. Otro acierto, al igual que los textos que se van intercalando entre las colaboraciones. Ya que estamos, una mención para la atinada inclusión del Glosario, mataburros de indispensable consulta y auxilio. Y la Biblioteca del Nostromo, como siempre, la frutilla del postre. Agotando esta parte, un último comentario para las ilustraciones, cuyo mérito y fina industria es evidente. Tanto el arte de tapa, como la contratapa, los dibujos y las viñetas interiores son grandiosos. Como sucede con cada edición, uno nunca sabe con cuál quedarse.
En segundo orden, infiero que Los hechos en el caso de mi brazo izquierdo, es algún seudópodo escapado de la edición anterior #103, dedicada al bueno de Eddie. Con humor, actualiza las peripecias del hipnotismo in extremis un brazo dormido con cierta reminiscencia del demonio de la perversidad del cuento epónimo.
Por lo demás y ratificando por si hiciera falta, que el catálogo que agrego a continuación corre por cuenta del suscripto, que mis opiniones pueden resultan mudables como los días y que asimismo, se enlistan en una concepción del lenguaje, como intercesor deficiente entre las diversas representaciones que cada quien posee, sobre aquello que pretensiosamente nos gusta llamar realidad; paso a dejar una breve glosa a cada uno de los relatos que engalanan esta edición dedicada al Culebrón Espacial (Space Opera).
La música de las esferas, aborda el descubrimiento de la feliz y no menos romántica concepción (de Pitágoras para acá) de la divina melodía que sostiene el Universo en un planeta de salvajes. Y la consiguiente vocación al olvido y aún, la destrucción masiva. Sobre La Estrella de Ocho Puntas, no voy a opinar, por obvias razones de decoro. Sólo diré que no necesariamente debe leerse como un suceso en el vago futuro. Beligerancia, sinceramente me ha encantado. Tiene casi todos los tópicos del género, narrados con aséptica pericia. La piedra nuclear cumple con el maniqueísmo propio de la SO, adicionando especies temibles y cataclismos varios que preparar el holocausto final.
Razones para irse del hogar en busca de aventuras, es una magnífica proyección de la Historia de la Humanidad, rama “Exploración, Conquista y afines”, y el libertario deambular por el más negro de los mares, espléndidamente contado con un pulso que recuerda a Emilio Salgari y Jules Verne. Usurpada estira la tensión narrativa hasta que parece no resistir más y casi como al pasar, lanza el remate Al llegar al final de Los mercenarios de la Paradox, sonreí con delicia. La buena hechura está no tanto en lo tópico sino en el acierto de la aproximación al tema. El Encuentro, es una atinada revisión de la rosa que Coleridge trajo a la vigilia o la rosa que Beatrice le regaló a Dante.
La Paz, en franco tono de sátira, esboza un destino intergaláctico de corsi e ricorsi que ya vaticinara Giambattista Vico. El día de la Creación, es una afinada pintura no exenta de humor, que combina ciertos mitos genésicos con un saludable panteísmo ecologista. Otra de las maravillas a las que nos tiene acostumbrado su autor. Space Opera (para proletarios) aporta, desde un singular corrimiento al rojo, una nueva perspectiva al tema (no pude dejar de recordar al Pirata Raúl, de la obra “Las Majas del Bergantín”, de Les Luthiers). Sobre la Inmensidad y Réquiem, el acento está más sobre el aspecto culebrón, actuando lo espacial del binomio inseparable, como telón de fondo.
Parásitos interplanetarios, se erige como una acerada crítica al consumismo extintivo que nos alienta (y alimenta). En Cruzada interplanetaria, la prosopopeya del último párrafo confiere un nuevo significado a todo el relato. El dolor aletea por sobre los temas tópicos y quizás pudiera ser el primer capítulo (o el final) una serie por entregas, como las de antes, tipo Flash Gordon. El final, como su título anuncia, refleja el punto culminante de una desigual conflagración interestelar.
Piloto sin control, nos presenta en forma de poema, las cavilaciones de un navegante extraviado en la desesperanza. Ralph Molden si bien para la ortodoxia quizás no encuadre plenamente en el subgénero, es a mi gusto, uno de los picos de esta edición. Es un admirable relato que vendría a darle la razón a Schopenhauer para quien, las cosas carecen de existencia fuera de nuestra representación; salvo la voluntad, única entidad con existencia verdadera, de modo que no es de extrañar que la voluntad del actor haga volar el cartón piedra. No será el fin del mundo, bien podría ser un sketch en Saturday Night Live (o el Show de Benny Hill, para los que estamos mayorcitos). Lucha/Muerte de un mundo, se presenta quizás, como las dos caras de los discos de vinilo, donde una perspectiva sucede y antecede a la otra, como un uróboros.
Regreso a Itaca, es sencillamente exquisito. Con verdadera poesía, logra momentos narrativos de gran intensidad mediante este desdichado soliloquio de una Penélope distópica. Una joyita, sí señor. Star Trek 33 es otra forma de abordar el tema propuesto desde la parodia. En tiempos de Mitsivaluvier es una cruda semblanza debida a una sensible pluma, que capta la degradada sabiduría de este Obi Wan Kenobi anacrónico frente al avasallante afán de conquista de las tropas bisoñas. Ventajas del 3° Puesto tiene la minuciosidad del orfebre miniaturista, que engarza un mundo dentro del mundo, y encierra (nunca mejor un verbo) un llamado de atención para nuestra provocativa superioridad humana.
Unidos por la fuerza, resume con acierto los principales requerimientos del género, relatados con buen pulso y mejor desenlace. Con La leyenda de Lóbither Ceufem, no creo traicionar al autor, si digo que está plagado de anagramas para que el lector se deleite en su cacería. Las descripciones, sobrias pero elocuentes, son muy atinadas y permiten vislumbrar que la suma de las fuerzas antagónicas, necesariamente, tiene que dar cero. La coexistencia del Bien y el Mal es necesaria y el uno resulta consecuente del otro y viceversa. Realmente da para pensar, como el libro del justo varón de Hus.
Hasta aquí, mis pías (y no por ello menos torpes) reflexiones sobre este nuevo # 104 de la Revista Digital miNatura. El próximo número estará dedicado a los Viajes en el Tiempo. Será sin dudas, algo digno de ver.
Muchas gracias.
© Pablo Martínez Burkett, 2010
Una delicia revisitar los textos ya leídos tras asomarse a sus comentarios, señor Martínez Burkett. Coincido en varias cuestiones apuntadas y otras me han sido señaladas por su habilidad.
ResponderEliminarMi mayor discrepancia es acerca del último cuento comentado, el cual considero que sobrevalora mucho. Pero no le traslade mi opinión al autor, sospecho que es un vanidoso de mucho cuidado.
Saludos.