Desde la cama veo como se abotona la mini a cuadros sobre esas medias renegridas que le dan aspecto de estatua. Nos hemos vuelvo a ver, luego de dos años de mutuas ausencias.
Es la única mujer que logra vaciar toda mi alma y rellenar el espacio con la de ella. Si hasta sabe que lo último que me gusta verle vestir es la camisa, blanquísima, sobre esos pechos desnudos, ahora, con un engrose petulante y ondulante.
Ya recuerdo por qué dejé de verla. Cada vez que se marcha, se me lleva una porción de mi corazón. Y voy quedando en falta.
© Pablo Martínez Burkett, 2010
Habibi: ¡Buenísimo! Me encantó. Besos. Ale
ResponderEliminarNunca falta una mujer de estas en la vida de uno no?
ResponderEliminarTampoco sobran...