Poemas surtos en la policroma geografía de su cuerpo llevan sedición a manos que nunca navegarán su espalda. Versos que acuñan el trasegar de sinfónicas rompientes, aparcan un deseo que jamás hendirá la heredad océana.
Al jugar al asombro primero, el poeta malversaba su corazón. De seguir así, no habría de merecer, siquiera, la piedad del beso. Distraído en la trova, omitió calcular que hay mayor inquietud en el llameante trazo de una caricia que en el peregrinar de una palabra acertada.
A la hora de elegir oficio, debió saber que el mundo es de los bárbaros.
© Pablo Martínez Burkett, 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario