jueves, 10 de septiembre de 2015

EL PAYÉ - UNA ANTIGUA HECHICERÍA INDIA


EL PAYÉ
“Sabrán los interesados
en embrujos de amorío,
cuál tiene más poderío
para hacer un buen payé”.
Caburé payé - Chamamé
Soy de Itá Ibaté, una pequeña ciudad sobre el Río Paraná, en la Provincia de Corrientes. Del otro lado del río ya es la República del Paraguay. Con los paraguayos tenemos mucho en común: el idioma atravesado por el guaraní, las costumbres, las creencias. Una de esas creencias populares, una de las más arraigadas, es confiar en el poder de un payé[1], un hechizo. Hay para todo. Se hacen para evitar los peligros, lograr la felicidad, prevenir enfermedades (o causarlas), tener suerte en el juego o en el amor. Justamente, suerte en el amor es lo que me falta. Me enamoré perdidamente de mi Braulio, un muchacho bueno, trabajador, de su casa. Me hizo promesa de amor y le entregué mi virtud. Pero no tuvimos suerte. La vida nos separó. Por eso me vine hasta Ituzaingó, sesenta y tantos kilómetros al norte. Todos en la zona saben que Doña Irupé es una kuñá payé[2] muy poderosa, que sus embrujos nunca fallan. Me dijo que trajera una prenda del Braulio, si era íntima mejor. El rancho era destartalado y metía miedo. Fumaba tabaco del fuerte. Cuando llegué ni me miró. Estiro una mano como zarpa. Le entregué el dinero convenido. Se fue y ahí no más regresó con un kururu[3]. Dijo que era macho. Volvió a estirar la mano y le di el calzoncillo, que lo usó para atar al sapo. Después, le cosió los ojos con un hilo de seda verde. Apenas si pude mirar. Enseguida masculló algo. Entendí que tenía que desvestirme y dejar que me pasara el sapo por mis partes. Cinco veces. Me dio un asco tremendo pero igual dejé que lo hiciera. Cada vez, ella repetía: “Sapo, por el poder de Añá[4], Lucifer y Belcebú; por el poder de toda la milicia satánica, te ordenó que así como sin descanso te paso por la takor[5] de esta guaina[6], así el Braulio no descanse ni tenga paz hasta regresar en cuerpo y alma a sus brazos”. Después puso el sapo en una olla con agua y lo tapó. No me animé a preguntar si iba a cocinarlo. Me volví al pueblo. Sé que esta noche mi hombre vendrá a buscarme. No hay cadena que pueda detener a tan vigoroso payé. Me bajé cerca del cementerio. Lo que no me animé a decirle a la bruja es que al Braulio me lo mataron en una pelea.

© Pablo Martínez Burkett, 2015



El presente relato fue publicado en el #144 de la Revista digital miNatura dedicado a "EL DIABLO".




[1] Hechizo, brujería.
[2] Bruja.
[3] Sapo macho.
[4] El diablo en la cosmogonía guaraní.
[5] Vulva.
[6] Jovencita, doncella.

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