lunes, 15 de junio de 2015

EL AUTOR INVITADO: Jorge Roldán


UN CAFÉ



Cruzaron miradas fugaces, él paró en seco un poco más allá y volvió sobre sus pasos. Ella había seguido caminando, metiéndose entre la gente, haciéndose la distraída, pero esperaba que la alcanzara. Él le tocó el hombro, ella se dio vuelta y lo miró con una media sonrisa. 

-¿De dónde te conozco? -preguntó él. 

Ella se encogió de hombros lentamente, hizo una mueca de despiste, y sacudió la cabeza como si no entendiera.

-¿Pero nos vimos antes? –insistió él.

-Mmm. Puede ser...

-Bueno, no sé, es loco esto... ¿No querés ir a tomar un café y pensamos los dos de dónde me resultás tan conocida?

Ella dudó un momento, o eso hizo parecer.

-Bueno... sí, dale.

Se tomaron ese café y se despidieron casi al mediodía. Cada uno para su lado. Él, en el colectivo, llamó a su amigo y le contó la loca experiencia de haberse tomado un café con "una mina preciosa con la que había venido soñando toda la semana".

Ella, apagada, llegó a su casa, se tiró en el sofá y se puso a llorar sin darse cuenta. Había perdido la cuenta de las veces que se había entusiasmado con alguien para después descubrirlo en minutos como un estúpido. Esta vez no había dado con un estúpido… sino con un casado.

Cumplido un razonable tiempo de autocompasión, respiró hondo y siguió con su vida tratando de olvidarse del asunto. Por un par de días ignoró llamadas y mensajes del chico con el que había tomado el café, hasta que cesaron. Pero no pasó mucho antes que viera, en el camino al trabajo, a un morocho delgado, de ojos negros y pelos revueltos, un poco más alto que ella. Sacó la cámara del bolso y esperó la oportunidad. Tuvo un segundo para disparar sin que él la viera. Una vez que chequeó que la foto estuviera bien, guardó la cámara y se alejó; fue a trabajar al diario y trató de manejar la ansiedad hasta la noche. 

Después de comer unas frutas, puso una película para hacer pasar el tiempo, pero apenas le prestó atención. Cuando terminó, ya había pasado largamente la una de la mañana y consideró que era el momento apropiado. Él, posiblemente, ya dormía. Conectó la cámara al televisor de la pieza, apagó las luces, encendió las velas y se quedó un buen rato viendo la imagen del muchacho, concentrándose en los rasgos, imaginándose su voz, enfocando todos sus sentidos en él... hasta que entró en trance y quedó tendida en su cama como dormida. En su mente, ella y el muchacho se encontraban, estaban juntos, se gustaban. 

Y esa noche él se retorció en un sueño vívido y febril, soñó con ella, y lo mismo durante 4 o 5 noches más. Unos días después se encontrarían por caprichos del destino en cualquier calle... e irían a tomarse un café.





© Jorge Roldán




Nací en Santa Fe capital un 8 de Abril de 1980. Empecé a leer con Los Pitufos, la revista Anteojito y el Patoruzú de Quinterno, y de la mano de esas lecturas llegaron mis primeros intentos de escritura. Después me subí a los barcos de Verne y Salgari y no me bajé más. La literatura fantástica, el terror, los cómics, el cine y los videojuegos me hicieron hervir la mente y hoy lo hacen todavía, impulsando historias que fueron surgiendo y esperan su momento de publicación.

Por estos días preparo mi primera novela de Fantasy, un homenaje a mis primeros héroes, con mucho barco, espadas, aventuras y paisajes exóticos. Mientras tanto, disfruto de tertulias con amigos que comparten el placer de la lectura y la escritura… y los lisos santafesinos.




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