UN CRIMEN IMPOSIBLE
"I abhor
the dull routine of existence. I crave for mental exaltation".
Arthur Conan Doyle - The Sign of Four
Al principio, la Policía Cultural
estuvo totalmente desorientada. Más acostumbrada a imponer la Doctrina que a
oficiar de sabuesos, los investigadores se paseaban por la escena del crimen
con sutileza de elefantes. Pero no era su culpa. Cuando sobrevino la peste y se
desató la guerra, la noción misma de delito cobró otra dimensión. Se robaba
para comer, se mataba para sobrevivir, de modo que el catálogo de conductas
punibles se trastocó para siempre. Y una vez conjurada la amenaza, los esbirros
del Régimen se dedicaron a perseguir opositores. Siguió la matanza, sólo que la
justificación fue otra.
Pero este hecho era totalmente novedoso.
Un edecán halló el cadáver. El Ministro de Propaganda presentaba derrame de
masa encefálica y signos de haber sido masticado. Un forense sugirió que el
ataque era compatible con la furia de un infectado y sin más se temió un brote
tardío. El Comisionado ordenó medidas precautorias. El inspector Prendick se hizo
cargo del caso. Aunque nacido luego de la Pestilenza, sospechaba
que, salvo por las dentelladas, todo aquello constituía un gran fraude. Las
crónicas describían a los contaminados como voraces pero torpes y la fractura
de cráneo tenía más de cirugía que de atracón. El asesino obró con astucia. Por
lo demás, no había nada roto ni fuera de lugar, salvo el personal de la casa, liquidado
de la misma manera pavorosa.
Prendick agotó todas las pistas. Desandar
las finanzas del ministro fue complejo, no tanto por la necesidad de autorizaciones
sino por el despilfarro. Sin embargo, pudo aislar una triangulación de fondos para
comprar armamentos, ejecutada desde la misma terminal del jerarca, pero cuando
ya estaba muerto. Todavía quedaban algunos cabos sueltos pero el homicidio se
había perpetrado para desviar la atención de un inmenso acto subversivo. En breve
el sumario estaría completo. Una doble mentira del edecán y supo que era el
traidor que le faltaba. A punto de librar las órdenes de arresto, un voluntario
alterado genéticamente le sorbió el cerebro con delicadeza. La sagacidad del
joven detective apuró la presentación en sociedad del Movimiento Colonial
Rebelde.
© Pablo
Martínez Burkett, 2012
El presente relato fue publicado en la edición #121 de la Revista Digital miNatura y completa la trilogía iniciada con los relatos TRANSMISION INTERRUMPIDA POR INTERFERENCIA SOLAR (miNatura #119 , dedicada a "El día en que abandonemos la Tierra") junto con Y ENTONCES LOS MONSTRUOS FUIMOS NOSOTROS (miNatura #120, dedicada a "Las guerras futuras").
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