PALABRAS DE APERTURA
PARA EL 10° ANIVERSARIO DE LA REVISTA NM
LA REVISTA
DE LA
NUEVA LITERATURA FANTÁSTICA PANHISPÁNICA
Acabo de cumplir 51 años. Si las matemáticas siguen siendo las mismas que me enseñaban en el colegio, quiere decir que nací en 1965. O sea, que en 1969 tenía 4 añitos. Iba al jardín de infantes. Y un día de julio de 1969, ese infante llegó a su casa desde el jardín y su madre le dijo: “Vení, Pablito, vení a mirar al hombre en la Luna”. Y Pablito en vez de ir hasta el televisor, salió a la galería y miró al cielo.
Pero no es algo que deba extrañarnos. Porque refiere a nuestros ojos de niño. De un niño que creció amando al señor Spock y a un robot parlante que decía “Peligro, Will Robinson, peligro”. Un niño que creció viendo a los interceptores de SHADO que nos protegían desde esa Luna del ataque de los “ovnis”. Un niño que vio a David Vincent, que los había visto. Un niño con ojos de niño. Un niño que cuando creció no quiso dejar de ser niño porque quiso conservar el asombro del universo. Al principio, por supuesto, de una forma intuitiva, más de grande ya, con deliberada obstinación.
Mirar todas las cosas con ojos de niño. Con ese asombro primero. Con ese gusto por tirar una y mil veces el lápiz al piso, para ver si alguna vez la gravedad se hace la desentendida. Imaginar, imaginar, imaginar qué pasaría sí…
Qué pasaría sí… nuestra oración matutina, nuestro credo fundacional. No importa la edad que tengamos, la recepción de este mantra nos enlaza con una miríada de hombres y mujeres que decidieron seguir siendo niños. Y no sólo eso, hombres y mujeres que quisieron compartir sus ilusiones, sus dudas, sus temores, sus sueños de niños. Y con candor infantil nos hemos zambullido a compartir estos relatos de… (no importa cómo la llamemos: fantaciencia, ficción científica, ciencia de anticipación, fantasía científica). Relatos de ciencia ficción, relatos llenos de vida. Y desde Julio Verne y H. G. Wells para acá nos hemos subido para no bajarnos a esta montaña rusa de emociones que nos brinda esta literatura que tanto nos gusta. Y cuando digo desde allá para acá, me refiero no sólo desde el siglo XIX para acá si no también, desde el allá de la Vieja Europa y la pretensiosa Norte América a este acá del Río de la Plata.
Y si digo Literatura lo digo sin ahorro de énfasis alguno. La ciencia ficción es literatura. Porque tirios y troyanos siempre la han denostado, los unos, desde la derecha, por su falta de “realismo épico” y su apartamiento de una heroica exaltación de los valores nacionales de patria, familia, religión. Y los otros, desde la izquierda, por su falta de “compromiso” con la realidad social, con un realismo testimonial que hablara de las luchas de los desposeídos, las postergaciones, la opresión. Ambos bandos, la han bastardeado por el escapismo, por la burda invención pasatista, por la falta de realismo.
Pero pese a ser combatido con mayor o menor ardor (aún por los propios cultores del género que se entreveraban reclamando la autenticidad de la hard science fiction por encima de la soft sciencie fiction), el género siempre encontró sus caminos de expresión.
Y en otras latitudes brilló en revistas como “Amazing Stories”, “Astounding Stories”, “The magazine of Fantasy and Science Fiction” y por estas pampas australes se lució en revistas como “La novela fantástica” (1937), no sólo la primera revista argentina de ciencia ficción sino la primera en español; “Narraciones terroríficas” (1939-1952), revista pulp de horror, fantasía y ciencia ficción que es objeto de culto; “Centuria” (1946) y Hombres del Futuro (1947). La revista “Más allá” (1953-1957), “Urania” (1953), “Pistas del Espacio” (1957-1959). La mítica “Minotauro” (1964-1968/1983-1986). La “Revista de Ciencia Ficción y Fantasía” (1976-1977) y “Entropía” (1978) los dos efímeros emprendimientos del no menos mítico Marcial Souto y “El Péndulo” (1979-1991).
Y este viaje a través de tan elocuentes antecedentes nos deposita ante el evento que nos convoca. El 10° Aniversario de la Revista NM. Diez años desde aquel mayo de 2006, cuando Santiago Oviedo, decidió retomar el espíritu de la revista Nuevomundo y crear esta NM. No parece necesario tener que recordar que Nuevomundo fue el fanzine argentino que salió entre 1983 y 1991 y que fuera fundado por Daniel Mario Arturo Croci (nacido como Daniel Barbieri en 1951 y tempranamente fallecido en 2004). Santiago fue el último director de aquellas páginas originarias.
De aquella Nuevomundo a esta NM. De aquellos laboriosos fanzines hechos a pulmón a esta revista NM multiplicada hasta el infinito en el continuum cibernaútico. NM, la revista por la que han pasado tantos autores, muchos de los cuales hicieron su auspicioso debut aquí. Y aunque después les llegó el reconocimiento y aún, los premios, fue en NM que encontraron su primer cobijo.
Todo censo es ingrato por las necesarias omisiones pero en el segmento histórico de estas palabras de apertura, uno no puede dejar de mencionar a Bárbara Din y su impronta, desde el rediseño del isologo tal como lo conocemos hasta el arte de tapa, labores en las que se ocupó hasta 2014. En el mismo sentido, cabe mencionar la colaboración de Cristina E. Chiesa quien se ocupó (entre otras muchas cosas) de la corrección de los contenidos y al músico oriental Gabriel Pereira Spurr, quien permitió que se pudiera acceder directamente a sus composiciones para escucharlas en líneas mientras se disfrutaba de la lectura, un enfoque anticipado de la hoy cotidiana interacción multimedia.
Finalmente, unas palabras para nuestro factótum, Santiago Oviedo. Temprano lector de la leyenda artúrica y de Julio Verne, juvenil entusiasta de Bradbury, Lovecraft y Tolkien. Degustador adulto de Philip K. Dick, Aberlardo Castillo y Cordwainer Smith, admirador confeso de El Eternauta y poco amigo de Asimov. Colaborador de casi todos los fanzines argentinos de ciencia ficción, ya sea como escritor, articulista o traductor. También fue columnista en la revista de historietas Fierro.
A principios de los 90’ su gran amigo Daniel Croci (como queda dicho, el Daniel Barbieri de NuevoMundo) le delegó la dirección de esa revista y pasó así a ocuparse de la selección del material, la compilación, diagramación y tanto más. Como dijimos al principio, un par de años después del fallecimiento de Croci, imbuido de espíritu de aquel fanzine, Santiago decidió crear un medio que sirviera de plataforma de lanzamiento para la nueva literatura panhispánica. Suena ambicioso aún hoy. Imagínense entonces. Pero vaya si lo ha logrado. Porque a partir de allí, toda la feliz locura de contactar a los autores, seleccionar los textos y corregirlos, diseñar la publicación, componer la revista, generar el sitio web y promocionarlo se refleja en, sí, 40 números, 10 años de labor. Casi nada.
Déjenme cerrar esta apertura, que es emoción, admiración y humilde tributo, con las palabras de un señor que algo sabía de escribir: “He podido comprobar que los hombres, incluso los más cultos e inteligentes, pierden el valor cuando se ven obligados a expresar sus experiencias psicológicas si estas salen de lo normal. Temen que los relatos de este género, en vistas de que no despiertan ningún eco ni sugieren ninguna analogía en la vida interior de sus interlocutores, sean puestos en duda o ridiculizados” (Cfr. Charles Dickens, en Un proceso fantástico).
Casi doscientos años después parece que la admonición todavía es válida. Pero nosotros sabemos que no es cierto. Santiago Oviedo, todos los que colaboraron e hicieron posible la revista NM a lo largo de esta década saben que no es cierto. Porque no importa que se ponga en duda el género, no importa que nos digan ridículos. Nosotros vamos a seguir contando nuestras historias. Nosotros vamos a porfiar en conservar ese asombro del Universo.
¡FELIZ DÉCIMO ANIVERSARIO REVISTA NM!
¡HASTA LA VUELTA!
© Pablo Martínez Burkett, 2016
Finalmente, unas palabras para nuestro factótum, Santiago Oviedo. Temprano lector de la leyenda artúrica y de Julio Verne, juvenil entusiasta de Bradbury, Lovecraft y Tolkien. Degustador adulto de Philip K. Dick, Aberlardo Castillo y Cordwainer Smith, admirador confeso de El Eternauta y poco amigo de Asimov. Colaborador de casi todos los fanzines argentinos de ciencia ficción, ya sea como escritor, articulista o traductor. También fue columnista en la revista de historietas Fierro.
A principios de los 90’ su gran amigo Daniel Croci (como queda dicho, el Daniel Barbieri de NuevoMundo) le delegó la dirección de esa revista y pasó así a ocuparse de la selección del material, la compilación, diagramación y tanto más. Como dijimos al principio, un par de años después del fallecimiento de Croci, imbuido de espíritu de aquel fanzine, Santiago decidió crear un medio que sirviera de plataforma de lanzamiento para la nueva literatura panhispánica. Suena ambicioso aún hoy. Imagínense entonces. Pero vaya si lo ha logrado. Porque a partir de allí, toda la feliz locura de contactar a los autores, seleccionar los textos y corregirlos, diseñar la publicación, componer la revista, generar el sitio web y promocionarlo se refleja en, sí, 40 números, 10 años de labor. Casi nada.
Déjenme cerrar esta apertura, que es emoción, admiración y humilde tributo, con las palabras de un señor que algo sabía de escribir: “He podido comprobar que los hombres, incluso los más cultos e inteligentes, pierden el valor cuando se ven obligados a expresar sus experiencias psicológicas si estas salen de lo normal. Temen que los relatos de este género, en vistas de que no despiertan ningún eco ni sugieren ninguna analogía en la vida interior de sus interlocutores, sean puestos en duda o ridiculizados” (Cfr. Charles Dickens, en Un proceso fantástico).
Casi doscientos años después parece que la admonición todavía es válida. Pero nosotros sabemos que no es cierto. Santiago Oviedo, todos los que colaboraron e hicieron posible la revista NM a lo largo de esta década saben que no es cierto. Porque no importa que se ponga en duda el género, no importa que nos digan ridículos. Nosotros vamos a seguir contando nuestras historias. Nosotros vamos a porfiar en conservar ese asombro del Universo.
¡FELIZ DÉCIMO ANIVERSARIO REVISTA NM!
¡HASTA LA VUELTA!
© Pablo Martínez Burkett, 2016
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